Entre los años 1960 y 1980 se produjo una revolución en la forma cómo entendemos la historia andina. Decenas de investigadores, nacionales e internacionales, se sumergieron en archivos y bibliotecas para buscar nuevas evidencias o releer las ya existentes sobre la sociedad previa a la Conquista española así como a la transición hacia las primeras décadas de la nueva sociedad colonial.
Ninguna fuente podía descartarse en dicho propósito: juicios, mitos, litigios por tierra, tradiciones orales, crónicas, keros, pinturas, e incluso los indescifrables quipus fueron escudriñados tratando de que arrojaran nueva información sobre un periodo que había sido reducido a un evento militar y donde la población andina permanecía invisible hasta las rebeliones del siglo XVIII.